Mallorca es mucho más que calas con postureo y sombreros de rafia que dan vueltas por Instagram.
Y aunque parezca que “descubrir” ahora la Mallorca alternativa es una novedad, algunos ya llevamos tiempo hablando de esto.
Y sí, nos encanta. Porque esta isla tiene pueblos que no necesitan mar para enamorar.
Si tú también eres de los que viajan con la mirada, no con el filtro, quédate.
Aquí van 4 +1 pueblos de Mallorca que te demuestran que hay vida más allá de la arena.

1. Alcudia: Murallas, piratas y mercadillos que molan.
Al noreste de la isla te espera Alcudia, la antigua capital de Mallorca.
Sí, tiene murallas medievales (del s. XIV), construidas por Jaime II para vigilar a los piratas. Y sí, puedes recorrer más de 1,5 km por encima de ellas. No hay muchas ciudades que te permitan eso.
La iglesia de Sant Jaume también fue cosa de Jaime II, aunque la que ves hoy es una reconstrucción neogótica. Lo único que se salvó del derrumbe fue la capilla del Santo Cristo. Échale un vistazo.
Y si vas un martes o un domingo, el mercadillo al lado de la Puerta del Moll es de los más grandes de la isla. Compra algo rico o, por lo menos, haz un poco de postureo con los puestos de fruta.






2. Sóller: Modernismo, tranvía y vistas que te dejan tonto.
Sóller se divide en dos: el pueblo y el puerto. Y los dos merecen.
Empieza en la Plaza de la Constitución, con dos joyitas:
- La iglesia de Sant Bartomeu (obra del discípulo de Gaudí)
- El Banco de Sóller, mismo arquitecto, misma fantasía modernista
Desde allí nace el Carrer de Sa Lluna, lleno de tienditas con productos locales. No vas a salir de ahí sin ensaimada, sobrasada o un par de cestas de mimbre bajo el brazo. Ya lo verás.
¿Sorpresa final? La Sierra de Tramontana aparece al fondo. Brutal.
Y luego está el tranvía. Sí, el de 1913. Súbete y en 30 minutos estás en el Puerto de Sóller, donde puedes rematar la jugada con paseo marítimo, barquitos, casitas de pescadores y, si te animas, subir al Faro del Cap Gros para unas vistas que te reconcilian con todo.








3. Deyá: Arte, tumbas y uno de los mejores atardeceres de la isla.
Deyá es puro encanto entre montañas. Casas empedradas, cuestas con casitas dignas de Pinterest, olivos centenarios y una iglesia en lo alto que te regala unas vistas de escándalo. (La cuesta tiene su aquel, pero merece la pena. Prometido).
¿La iglesia está abierta? Genial, entra. ¿Está cerrada? Pues te lo imaginas y disfrutas igual.
Justo detrás está el cementerio, y ojo, aquí descansan artistas de verdad: Robert Graves (sí, el de Yo, Claudio), pintores mallorquines, músicos, poetas…
Si estás al atardecer, ve al mirador de Sa Foradada. Uno de los más épicos de Mallorca.






4. Valldemossa: Historia, cartujos y cocas de patata.
A 17 km de Palma, Valldemossa te recibe con su famosa Cartuja, que fue residencia real y luego monasterio.
Puedes entrar con un free tour o por libre, pero no te pierdas:
- Los frescos de Manuel Bayeu (cuñado de Goya, ahí es nada)
- El claustro y la farmacia antigua
- Los jardines del Rey Juan Carlos I con vistas al campanario
Paseando verás bustos de personajes ilustres como Chopin (sí, tiene su museo), Rubén Darío o Santiago Rusiñol.
Y cuando te entre el hambre, chocolate + coca de patata. Tradición y placer en estado puro.




+1 Pollensa: El pueblo que no vimos (y por eso está aquí).
¿Y por qué lo ponemos si no lo vimos?
Pues porque NO nos dio tiempo. Era nuestra primera vez en la isla, teníamos 4 días y hubo que elegir. Y eso también es viajar.
Pollensa nos quedó pendiente.
Así que si tú has estado y sabes qué no deberíamos perdernos…
Cuéntanoslo en comentarios. Ya estamos planeando la vuelta.
Porque viajar no es ir donde va todo el mundo:
Mallorca no es solo playas y calas.
También es pueblos que cuentan historias, calles que huelen a horno de leña y rutas que se disfrutan sin prisas.
Y mientras otros se lanzan ahora a “descubrir” esta Mallorca alternativa…
Nosotras ya la habíamos recorrido.
Y seguimos contando lo que no sale en los rankings.
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